La educación superior desde
hace mucho tiempo ha sido formadora de las juventudes y de esta manera transformadora
de la sociedad y del mundo.
Con todo y esto hoy en día se reconoce el papel de la educación
en nivel superior como una de las que más responsabilidad tienen al ser
encargada de la formación critica de las y los jóvenes, sin embargo, la
sociedad está olvidándose de que es también
precisamente ella quien delimita el espacio que corresponde a la universidad, y
es entonces la culpable de fallas o carencias en el funcionamiento de los jóvenes
por obstaculizar su horizonte de una manera incoherente, pus no es un simple
reto constructivo lo que presenta, sino que es una imposición tecnócrata capitalista.
Las universidades tienen bastantes formas de ayudar a la
sociedad que más que eso es una forma de gratificar pues a ella se debe, una de
ellas es la difusión de su conocimiento, tanto el obtenido en sus centros de
investigación como el que la sociedad le entrega para ser sistematizado. Crean
de esta manera una relación simbiótica de ayuda mutua en cuanto para lograr el bien
común, la transformación de la sociedad para bien, pues si esta logra ser más
culta será mucho menos propensa a enfermar…
El malestar o enfermedad social desde nuestro actual escenario
es simple, pero complejo de atacar. Es una de esas cosas que parecen fáciles pero
al ser analizadas son mucho más complejas de lo que aparentan, pues hoy nos enfrentamos
a la enajenación, que no es solamente uno más de los golpes del capitalismo, es
el más importante de ellos, pues como lo dijera alguna vez el Che “ si cada
persona hiciera lo que le corresponde, que hermoso y cercano seria el futuro”.
Es una forma de hacer que nos fragmentemos como sociedad pero ante todo es una
realidad.
Debemos ser consientes como individuos de que no solo somos eso,
sino que pertenecemos a una gran familia, que vivimos en comunidad y que el
ayudarnos es la mejor manera de hacer que la humanidad llegue a un futuro mejor. Planteándonos como centro del universo, pero
desde una perspectiva colectiva “Humanidad” y no egocéntrica.
Por eso debemos mirar hacia la sociedad, y hacia nosotros, sus
integrantes, para mejorar tanto la práctica de los conocimientos universitarios
filantrópicos, como el desarrollo completo de la sociedad desde su aspecto
humanista.
No neguemos oportunidades a los estudiantes ni a los egresados
ni a los catedrático porque ellos son parte de la sociedad y buscamos el mismo
fin.
Recíprocamente ayudémonos para lograr el bien común.
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